Como si fuera ayer…


Dentro del parque temático de Tierra Santa, el personal que trabaja está vestido con atuendos típicos de la época, lo cual hace sentir al visitante como si hubiera sido transportado en el túnel del tiempo. De esta manera, lo que se busca es que el verdadero protagonista sea el visitante.

Así como Bourdieu explica que la globalización no es un efecto mecánico de las leyes de la técnica o de la economía, sino una creación política, Verdú argumenta que el capitalismo de ficción también es una creación política para asegurar el control. Una creación del capitalismo universal y desarrollado con el propósito de establecer las mejores condiciones para su dominio. Una dominación tan eficientemente cautivadora que no tiene problemas en disfrazarse de chino o mexicano si es necesario. Esta desnaturalización de las diferencias ofrece una misma cultura orientada al desarrollo del negocio y el perfeccionamiento del control.

Las fronteras del entretenimiento se extienden (e-factor), se traslada hacia los locales comerciales, conformándose en lo que el autor califica como el fenómeno más significativo del siglo. El ejemplo mas claro dentro de los muchos que el autor expone es el caso de Mac Donald´s y Disney, empresas que confluyen en la “cajita feliz” fusionando la venta de alimentos y el entretenimiento.
En el capitalismo de ficción “ninguna actividad deberá quedar excluida del show business porque las marcas mercantiles se transforman en motivo de experiencia y los ciudadanos aspiran a no aburrirse nunca y no morir en consecuencia jamás, porque mientras nos divertimos logramos mediante la atracción del espectáculo escapar a la atracción del tiempo, a su peso y extrema gravedad”.