Flash de lo que (vi)vimos

¿QUÉ ES CAPITALISMO DE FICCIÓN SEGÚN VERDÚ?

Verdú en “El estilo del mundo, la vida en el capitalismo de ficción”, explica que la idea de capitalismo de ficción es heredera de dos etapas anteriores: la del capitalismo de producción (desde finales del siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial), en el cual lo principal eran las mercancías; y la del capitalismo de consumo (desde la Segunda guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín), en el cual la importancia la tienen los artículos envueltos en el habla de la publicidad. Según Verdú, el primero era triste, el segundo trivial y el actual, es a la vez tramposo y fascinante.
Ahora bien, el capitalismo de ficción, el cual surge a comienzos de los años ’90 del siglo XX, ofrece una nueva realidad: una segunda realidad o realidad de ficción con la apariencia de una auténtica naturaleza mejorada. El capitalismo de ficción, que se despliega para fascinarnos, mimarnos, engatusarnos y ofrecernos el mundo como un espectáculo, se encarga de las sensaciones y del bienestar en él. El énfasis está puesto en la importancia teatral de los ciudadanos, que son llevados a la categoría pasiva de espectadores y a quienes se les vende las entradas del espectáculo a un planeta homogeneizado.
Se borran las distancias a través del efecto del tiempo instantáneo y por abolición de los espacios distintos. Todo se presenta enseguida, para favorecer la circulación y la velocidad del intercambio. El discurso actual gira en torno al consumo, a hacer imprescindibles los objetos que nos proporciona, a que el individuo no se sienta manada, sino único. El capitalismo de ficción procura alimentar a cada persona la impresión de ser alguien.
A lo largo del libro Verdú establece distintas comparaciones entre tres tipos de capitalismo: el de producción, el de consumo y el de ficción; la que viene al caso es que el primero producía mercancías, el segundo discursos (sobre la utilidad de las mercancías), pero el tercero produce experiencias, produce personas (evidentemente a través de las mercancías).

Tierra Santa: ¿"Capitalismo de ficción" o "Sociedad del espectáculo"?


Mientras que el espectáculo es real y hace de la realidad misma un espectáculo; la ficción supone un paso más, una vuelta de tuerca: nada ya es real, todo es ficticio, y lo es a través del espectáculo que nos ofrece la misma realidad, pero una realidad orientada al espectáculo al show, a la ficción. Hace unos años, podíamos ser espectadores de algo verdadero. Antes éramos espectadores, ahora también somos actores en el show de la vida, actores representando diferentes papeles a la velocidad de los anuncios. El capitalismo de ficcion produce experiencias, produce personas (evidentemente a través de las mercancías). Mientras que en el entretenimiento el individuo es espectador, aquí se convierte en actor.

Diversión y aprendizaje, ¿van de la mano?


Verdu señala que existe una creciente escuela de opinión que piensa que aunque la cultura de masas pierda supuestamente “profundidad”, no supone que pierda conocimiento, capacidad de instrucción y sentido crítico. Para este colectivo, cada día más numeroso, la cultura no debería ser exclusividad de unos pocos y mirar desde lo alto con la arrogancia de antaño. Más bien debería estar al alcance de todos, como un servicio más al ciudadano, y aportar emociones, impactos visuales, mensajes mediáticos, etc. Una serie de sensaciones que demandan las nuevas generaciones y que las anteriores nunca detectaron ni sintieron.

Partiendo de la base que el tema que trata Tierra Santa es lo mas significativo para la historia de la religión. Se puede observar claramente, como cambio la forma en que el hecho se presentaba y se enseñaba antes, y como con este capitalismo de ficción, aparece Tierra Santa presentando estos saberes de forma instantánea, sencilla y entretenida. Así, atrayendo a un público más amplio, al que no se le exige una base de conocimientos previos. Tierra Santa utiliza una estrategia acorde a la forma en que se vive en el mundo de hoy, donde no se buscan profundidades, los productos no deben ser complejos ni implicar esfuerzo de comprensión. La gente necesita todo digerido.

Como si fuera ayer…


Dentro del parque temático de Tierra Santa, el personal que trabaja está vestido con atuendos típicos de la época, lo cual hace sentir al visitante como si hubiera sido transportado en el túnel del tiempo. De esta manera, lo que se busca es que el verdadero protagonista sea el visitante.

Así como Bourdieu explica que la globalización no es un efecto mecánico de las leyes de la técnica o de la economía, sino una creación política, Verdú argumenta que el capitalismo de ficción también es una creación política para asegurar el control. Una creación del capitalismo universal y desarrollado con el propósito de establecer las mejores condiciones para su dominio. Una dominación tan eficientemente cautivadora que no tiene problemas en disfrazarse de chino o mexicano si es necesario. Esta desnaturalización de las diferencias ofrece una misma cultura orientada al desarrollo del negocio y el perfeccionamiento del control.

Las fronteras del entretenimiento se extienden (e-factor), se traslada hacia los locales comerciales, conformándose en lo que el autor califica como el fenómeno más significativo del siglo. El ejemplo mas claro dentro de los muchos que el autor expone es el caso de Mac Donald´s y Disney, empresas que confluyen en la “cajita feliz” fusionando la venta de alimentos y el entretenimiento.
En el capitalismo de ficción “ninguna actividad deberá quedar excluida del show business porque las marcas mercantiles se transforman en motivo de experiencia y los ciudadanos aspiran a no aburrirse nunca y no morir en consecuencia jamás, porque mientras nos divertimos logramos mediante la atracción del espectáculo escapar a la atracción del tiempo, a su peso y extrema gravedad”.

Santo consumo



La mayoría de los consumidores quieren desarrollar conexiones personales con los productos y servicios que adquieren en el mercado. Lo que importa no es el producto sino su alma. Lo decisivo no será vender un determinado artículo, sino gustar. Como consumidores nos encantará introducirnos en el mundo que nos ofrece esa marca cultural, que piensa como nosotros y nos corteja.
En este Parque Temático, se hace visible esta idea de segunda realidad, una realidad mas “Light”, planteada a partir del espectáculo y del entretenimiento; con el único fin de vender. Aparece oculto el objetivo de hacer consumir que tiene todo capitalismo. Aunque existan diferencias entre el capitalismo de producción y el de consumo, ambos ponen su énfasis en el producto en sí. En cambio, este capitalismo de ficción trata de ocultar este fin: cuanto menos se note la intención de vender, más eficaz resulta la estrategia utilizada.
Como dice Verdu, estamos de acuerdo en que un consumidor/espectador, entretenido, relajado, distendido y “aniñado” es más propenso a comprar lo ofrecido.
Tierra Santa es un lugar donde la única alternativa es consumir y de forma constante; ya que se ofrecen allí diferentes actividades. De todos los servicios destacamos entre otros, el alquiler de cámaras de fotos, locación de fotos (que consiste en sacarse fotos en ocasiones como casamientos, cumpleaños de 15, bar mitzvahs, bautismos), sillas de ruedas, programas para contingentes. El abánico de posibilidades va desde los espectáculos recreativos de esa realidad de hace más de dos mil años hasta la degustación de comidas típicas.

¿Cómo los medios ayudan a promover en este caso la visita al parque temático?

La cultura de masas nunca se hubiera extendido de la manera que la conocemos sin el desarrollo de las nuevas tecnologías y su impacto en los medios de comunicación. Con la consolidación de Internet en nuestras vidas, nuestra manera de trabajar, relacionarse, aprender, leer y comunicar está experimentando una transformación histórica. “La comunicación de masas y el consumo de masas se cruzan en una catálisis reproductora. La primera remite al segundo y el segundo a la primera. Los medios de comunicación de masas hacen posible el consumo de masas y se potencian por el sujeto receptor, consumidor. El actual sujeto consumidor es un consumidor absoluto y explícito, tanto de informaciones como de los propios medios de comunicación. Es un consumidor sin tregua puesto que de ahí obtiene su indiscutible condición de contemporaneidad”. En este nuevo contexto de consumo y comunicación fluida, Verdú señala que “el superindividualismo de los años ‘90 sigue ahora un personismo que supera el repetido deseo de los objetos y busca el trato con los demás sobjetos, sujetos y objetos a la vez, nuestros objetos de lujo”.
En el caso puntual de Tierra Santa el mensaje difundido al posible visitante es el siguiente: “Emociónese recorriendo un pueblo lleno de fe. Disfrute de La Creación, un show para el asombro. Emociónese con el Pesebre más grande del mundo, con cientos de figuras de tamaño real y el más singular espectáculo de luz y sonido. Reviva la Ultima Cena, donde Jesús lo invitará a compartir Su Mesa. Sorpréndase con la imagen de Cristo de 18 metros de altura y con la vista panorámica del pueblo. Caminando por las calles de Jerusalén, conviértase en protagonista de la historia, disfrutando la música de época, las comidas típicas y las artes y oficios en un ambiente mágico.”
Con esta forma de dirigirse al público creemos que se hace visible una supuesta garantía de vivencias únicas y extraordinarias, mientras que por otro lado este visitante desconoce lo que eso trae aparejado.

Pasado y presente, todo uno.

En la página de Internet se da la siguiente bienvenida al cibernauta: “Bienvenido a la tierra donde la historia y el entretenimiento se unen, donde grandes y chicos disfrutan aprendiendo, donde la familia vive una experiencia fantástica y donde el pasado y el presente se vuelven uno solo…”। Esto se puede relacionar con lo que explica Verdú, cuando se refiere a que existe un cambio continuo en las relaciones sociales que produce el desprendimiento de la temporalidad, la ruptura de la historia. Es así que nos instalamos en un presente continuo, sin pasado ni futuro que conlleva una desrealización. Esto queda plasmado también en la idea de “transpórtarse a los comienzos de la era cristiana, como hace 2000 años, y sea testigo de la vida y obra de Jesús”, propia del material que se entrega a los visitantes al ingresar.

Algunos aspectos del mundo actual

La contemporaneidad o posmodernidad se caracteriza ontológicamente por la ruptura de la historia y con ella la ruptura de la realidad misma, la desrealización, la sustitución de la realidad por la ficción. El mundo actual se caracteriza por la globalización: el transporte de mercancías, el transporte de personas y las telecomunicaciones (ficción mediática), han puesto en confluencia todas las culturas del mundo, bien es cierto que imperando la occidental; con ello se ha globalizado, se ha extendido, una mezcla de culturas que está fragmentando las relaciones sociales y fomentando el individualismo; el individuo, ante esta fragmentación caleidoscópica, ofrecida como en un supermercado, se construye su propia identidad, pero se trata de un nuevo tipo de identidad, una identidad proteica, en cambio continuo.
El cambio continuo es otra de las principales características del mundo posmoderno y la flexibilidad es una condición de los nuevos sujetos para resistir en él. Con esto las antiguas identidades (culturales, de clase) se han perdido. Pero no sólo eso, este cambio continuo en las relaciones sociales produce el desprendimiento de la temporalidad, la ruptura de la historia. Es asi que nos instalamos en un presente continuo, sin pasado ni futuro que conlleva una desrealización. El cambio constante en las relaciones personales supone que estas son frágiles, débiles, inconsistentes, con el consecuente distanciamiento de los problemas y conflictos, que consiste en tomar la vida como un objeto de ficción, como un espectáculo; al fin y al cabo el cambio constante es parecido a la vida en la pantalla.
Los medios de comunicación, telecomunicaciones o ficción mediática, además de crear estilo, aterrorizar y encubrir, son un factor de entretenimiento, a través del cual se fomenta el individualismo, la mezcla, la fragmentación histórico-cultural y la idea de vida como objeto de ficción.
Además, esta diversión produce una aparente felicidad, la felicidad del niño que se contenta con poco: esto constituye a la posmodernidad en una época pueril, banal y anti-trágica. Este tipo de "felicidad" es asimismo producido por la ausencia de dolor que causa la distancia respecto de la propia vida. Esa felicidad es causada por otra de las funciones que posee la ficción mediática, la creación de estilo, por medio de esos productos, etiquetados con su marca, se nos vende un modo de ser ofreciendo nuevas experiencias y, de esta forma dan pie a configurar un nuevo tipo de persona.

¿QUIEN ES VICENTE VERDU?

Vicente Verdú nació en Elche en 1942। Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y es miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard। Escribe regularmente en el El País, diario en el que ha ocupado los puestos de Jefe de Opinión y Jefe de Cultura। Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Sus dos últimos libros son El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003) y Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005).




Vicente Verdú no pertenece a ningún movimiento literario determinado (es un autor contemporáneo) y escribe críticas sobre la sociedad actual, con el objetivo de instruir incitando a pensar. Sus obras resultan insoslayables para comprender el mundo de estos últimos tiempos. Verdú ha viajado a las profundidades de la sociedad contemporánea y desde ahí ha observado sus reacciones. Su fino análisis de la actualidad pone al descubierto el lugar que ocupan y la función que desempeñan muchas de nuestras actitudes y de nuestras actividades diarias.